Después de muchos años sin viajar en auto caravana, nos hemos aventurado de nuevo a tener nuestra propia casa sobre ruedas y a recorrer durante un mes diferentes partes hermosas de Marruecos; un viaje que hemos hecho muchas veces, pero esta vez nosotros solos y sin niños; ¡una experiencia increíble que os recomendamos muchísimo y que nos encantaría repetir el año que viene con toda la familia y varias caravanas!
Antes de empezar el trip acondicionamos toda la caravana a nuestro estilo, cuidando cada detalle con toques muy bohemios y tribales, y pusimos rumbo a Melilla. Una vez llegamos visitamos Chefchaouen, un pueblo de montaña de origen bereber, característico por los tonos azules que invaden cada calle y cuyo color fue pintado tras la llegada de los judíos. Durante el viaje pudimos disfrutar de un paisaje impresionante, con mucho verde y grandes árboles en flor; todo lo contrario a la tierra fértil de Fez, donde la nieve y el frío inundaba toda la carretera, eso sí, fue igual de bonito y especial. Allí pudimos visitar a los bereberes trabajando con la cerámica de barro, comprar miel casera y charlar con los vecinos, tan amables y hospitalarios como siempre, haciéndonos sentir en todo momento como en casa.
Continuamos el viaje con muchos ríos y lagos preciosos de fondo hasta llegar a la ciudad de Errachidía dirección a Merzouga, un humilde pueblo ubicado en el desierto del Sahara, donde tenemos muchos recuerdos de años atrás y grandes amigos a los que echábamos de menos. Como muchos de vosotros sabéis, los mercados son una de nuestras grandes pasiones en cada viaje, de hecho, siempre estamos horas y horas viendo, tocando y sintiendo la magia de cada pieza que encontramos; tesoros que como siempre decimos, no podemos dejar escapar, sobre todo la decoración de Mauritania, las chilabas de hombre y las alfombras artesanas de lana, perfectas para nuestras decoraciones privadas en Ibiza. Así que, si tenéis pensado visitar Marruecos, ¡este mercado de Merzouga es una parada imprescindible para perderos y disfrutar de cada puesto!
De allí nos fuimos hasta Marrakech, con mucha naturaleza, camellos y dromedarios, y donde nos quedamos tres días porque también queríamos disfrutar de los mercados ya que conocíamos a muchos vendedores. Aprovechamos para buscar pufs, más alfombras, máscaras tribales para nuestra fiesta Namaste, ropa como vestidos, faldas y camisas, decoración africana como máscaras...y también regalitos para la familia. Fue muy especial porque aparcamos la caravana en un lugar con vistas preciosas y después de estar todo el día fuera visitando cada puesto de artesanía, llegar a nuestra casita, relajarnos y sentarnos fuera a disfrutar del atardecer y de las vistas, fue todo un regalo.
Safí, al oeste de Marruecos, ha sido una de nuestras últimas visitas. Este es un lugar muy conocido por su cerámica, así que quisimos hacer una parada para ver los talleres de barro y de pintores. Compramos platos, tazas, teteras y bowls para el Cous Cous que hacemos cada sábado en nuestro restaurante, aunque si tuviéramos que hablar sobre un lugar que nos enamoró por completo sería Oualidia, una joya oculta en el mar Atlántico que tiene una laguna enorme en la que solo se respira paz y tranquilidad. Allí cogimos un barquito, hicimos alguna excursión y, sobre todo, comimos mucho pescado fresco: cangrejos, gambas, almejas...absolutamente increíble ver como cada día llegaban los vecinos pesqueros con toda la carga. Sin duda, todo un descubrimiento para nosotros porque nunca habíamos estado.
Viajar por Marruecos es sumamente fácil. Siempre encontrábamos muchos puestos de verdura y frutas al lado de la carretera, así como restaurantes sencillos en los que parar. Su contraste de paisajes, su cultura y por supuesto sus gentes, lo convierten en un destino único al que siempre volver; nosotros regresamos a casa con el corazón lleno de amor y de experiencias.
¡Hasta muy pronto, Marruecos!
Con todo nuestro cariño,
Merel y Alok